RESULTADOS
EL CONSUMO
DE SUSTANCIAS EN ESTUDIANTES DEL CBTIS 56: UNA REALIDAD SILENCIOSA QUE DEMANDA
ATENCIÓN
Una problemática que trasciende las aulas
El consumo de sustancias como el
alcohol, el tabaco y otras drogas entre adolescentes se ha convertido en una
preocupación constante. En el caso del CBTIS 56, este fenómeno adquiere
particular relevancia debido al contexto social y educativo en el que se desenvuelven
sus estudiantes. La adolescencia es una etapa de exploración y formación de
identidad, por lo que el contacto temprano con estas sustancias puede tener
consecuencias significativas en el rendimiento académico, la salud física,
emocional, y las relaciones interpersonales.
Para comprender mejor esta situación, se aplicó una
encuesta a 50 estudiantes de este plantel. Los datos obtenidos fueron
procesados y analizados mediante una hoja de cálculo, lo que permitió realizar
un análisis estadístico que ofrece una visión más clara del comportamiento y
las percepciones de los jóvenes respecto al consumo de sustancias. A partir de
estos resultados, este ensayo argumenta la importancia de reforzar estrategias
preventivas desde el ámbito escolar, basándose en datos concretos y la postura
crítica de los propios estudiantes.
Datos que hablan de una realidad presente
Los resultados de la encuesta aplicada al alumnado del CBTIS 56 reflejan un panorama mixto. En primer lugar, se identificó que la mayoría de los estudiantes tiene entre 16 y 17 años, con una edad promedio de 16.3 años, una mediana de 16 y una moda también de 16. Esto muestra una población estudiantil relativamente homogénea en cuanto a edad, lo cual facilita la implementación de políticas preventivas dirigidas a un
grupo etario específico.
Respecto a la frecuencia de consumo actual de sustancias, los datos muestran
que la mayoría no consume regularmente.
La media fue de 0.42, con una mediana y moda de 0 (nunca), lo que indica que el consumo constante no está generalizado. No obstante, el hecho de que algunos estudiantes reportaran consumo ocasional o frecuente señala que el problema existe y no debe ser ignorado.
La desviación estándar de 0.64 y
la varianza de 0.41 indican una dispersión moderada, lo que sugiere diferencias
significativas entre quienes sí consumen.
Sobre la edad del primer
consumo, 30 estudiantes (60%) afirmaron nunca haber consumido, mientras que el
resto comenzó entre los 13 y los 18 años. Este dato refleja que, aunque el
consumo no es mayoritario, sí hay un acercamiento temprano a estas sustancias,
lo cual puede derivar en una normalización del consumo si no se actúa a tiempo.
La media fue de 0.56, con una desviación estándar de 0.76, lo que indica cierta
variabilidad.
El gasto mensual relacionado con
el consumo también fue bajo. La media fue de 0.28, con una mediana y moda de 0.
Solo un estudiante reportó gastar más de $200 mensuales. Esto puede
interpretarse desde dos ángulos: por un lado, el bajo nivel de consumo, y por
otro, las limitaciones económicas propias de los estudiantes. Sin embargo, el
bajo gasto no necesariamente implica un bajo riesgo, ya que incluso el consumo
esporádico puede afectar el bienestar académico y personal.
Además, los encuestados pertenecen a diferentes
especialidades técnicas, como Programación, Electromecánica y Contabilidad. La
media en la codificación de carreras fue de 3.26, lo que muestra una
distribución equilibrada. Un aspecto clave fue la percepción estudiantil: más
del 90% de los estudiantes considera que el consumo de sustancias afecta el
rendimiento académico, y están a favor de implementar campañas o talleres de
prevención. Esta disposición muestra que los jóvenes no son indiferentes a la
problemática y están abiertos al diálogo y al aprendizaje, lo cual representa
una oportunidad invaluable para las autoridades educativas.
Prevenir antes que lamentar
El análisis de los datos
recopilados en el CBTIS 56 permite concluir que, aunque el consumo de
sustancias no es una práctica generalizada entre los estudiantes, su presencia
es innegable y debe ser abordada con urgencia. La mayoría de los jóvenes no ha
desarrollado hábitos de consumo, pero algunos han tenido un contacto temprano,
lo que puede derivar en situaciones más complejas si no se interviene a tiempo.
El bajo nivel de gasto y la
variabilidad en la edad del primer consumo revelan que el entorno social,
amigos, fiestas, curiosidad influye en las decisiones de los adolescentes.
Afortunadamente, los propios estudiantes reconocen los efectos negativos que estas
sustancias pueden tener en su rendimiento escolar y expresan su interés por
recibir orientación, lo cual debe ser aprovechado por las autoridades
escolares.
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